Si en la vida o en el trabajo te encuentras frente a una dificultad de auténtica transcendencia, acercarse a la misma en su conjunto puede conducir a la inhibición y al miedo. Deshazte, por tanto, de los grandes ideales demasiado pretenciosos. El remedio pasa por dividir el problema, definir cuál es el primer paso que se debe dar y trabajar desde allí.
Si faltan las ideas, la primera pregunta que te puedes hacer a ti mismo es tan simple como: “¿Qué pequeño movimiento puedo realizar para estar solo un poco más cerca del fin que estoy persiguiendo?