El acuerdo de Gobierno prevé la derogación de la Ley para la Mejora de la Calidad Educativa. Supone terminar con los itinerarios que separan a los niños con 13 años o que Religión siga siendo voluntaria –sin tocar los acuerdos con el Vaticano– pero sin asignatura alternativa (materia espejo) y que no sirva para hacer media en las notas, lo que condiciona el acceso a la universidad o la obtención de una beca. En la actualidad muchos alumnos optan por esta materia, aunque no tengan fe, porque suele subir la puntuación, mientras asignaturas como Francés o Tecnología Industrial no lo hacen. Presumiblemente va a suponer que, sin rédito académico, bajen las matriculaciones en esta materia cuyo profesor paga el Estado, pero designa la Iglesia.
Asimismo a que los libros, el comedor y el material sean gratuitos para todos los niños desfavorecidos en primaria y ESO, pero no se citan bachillerato ni formación profesional superior. En ese caso, como con los universitarios, se pretende mejorar las becas.
El plan más ambicioso es extender la educación infantil gratuita de cero a tres años, muy recomendada por la Unesco. Pero no cifra el gasto que sería muy alto. Sin embargo, sí que detalla una subida del gasto en educación hasta el 5% del PIB paulatinamente hasta 2025. En 2016 invirtió un 4,2%, lejos del 4,9% (máximo histórico) que alcanzó en 2009 también con los socialistas.