En Europa, mientras tanto, el debate acerca de qué medidas tomar para reactivar la economía se ha avivado intensamente tras el aviso del BCE de que el margen para la política monetaria se ha agotado y que ahora es preciso impulsar políticas fiscales.
Algo ha cambiado, sin duda, cuando la marejada de fondo es tan insistente. La convicción en que hay una crisis acechando y la conciencia del daño que haría en poblaciones que aún no se han recuperado de la última, con consecuencias obvias en el plano político en un momento en el que los populismos de derechas han ganado fuerza en el mundo, está generando reflexiones que apuntan en direcciones muy diferentes de aquellas a las que estábamos acostumbrados.
En cierta medida, el momento presente es el del desconcierto de unas instituciones que ven cómo las políticas que han tomado no funcionan y que se ven obligadas a recurrir a soluciones diferentes para ver si son efectivas, detienen la crisis, e impulsan el crecimiento.