Por su parte, el comercio vive su peor inicio de año desde 2015, evidenciando la debilidad de la demanda de los hogares y del turismo. Las ventas de las tiendas de moda siguen sin tirar, a pesar de los descuentos permanentes que ofrecen las grandes cadenas. Y una situación similar le ocurre a El Corte Inglés, cuya facturación entre marzo y diciembre de 2018 se ha congelado. Todos estos datos reflejan agotamiento del ciclo expansivo a falta de un nuevo motor de crecimiento. El peligro es que este cambio en la confianza empresarial debilite la inversión productiva, lo que haría resentirse el empleo.