Los periodistas y traductores, por ejemplo, también han visto como su mercado cambiaba en los últimos dos años. De ser un incesante río desbordado de gente que acababa en la calle y por tanto no había más solución que ofrecer como autónomo los servicios, al goteo de contrataciones en las empresas. Casi nadie en ese sector prefiere la “libertad de ser tu propio jefe, sin horarios ni imposiciones” que rezan los eslóganes que glosan las virtudes de los autónomos. Parece que la “burbuja emprendedora”, a pesar de que los salarios son mucho más bajos que antes de la crisis, se está desinflando a la misma velocidad a la que la recesión la hinchó.
En resumen la última encuesta trimestral de la EPA dibuja un panorama laboral bastante más esperanzador del que podía preverse hace unos pocos años. Las cifras remontan y alcanzan los niveles inmediatamente previos a que la crisis se hiciese visible en los datos. Pero hay una tendencia, que es básicamente para lo que los analistas consideran que sirve esta encuesta, entre los porcentajes bastante sorprendente: en el acumulado del año bajan autónomos. En concreto, son 35.900 menos en el último año, mientras que los asalariados por cuenta ajena no hacen más que crecer.